22 octubre, 2012

TERAPIA CON CUENCOS TIBETANOS-Cuento del Artesano y la pobre chiquilla

Recuerda ....recuerda...mi amado ser en un gran abrazo de hermandad nos movemos hacia la Nueva Tierra ...al unisono en una misma canción...plena en suavidad dulzura sonrisas bondad vamos sigamos juntitos se siente bonito !!!gracias Helen Maran por compartir tu luz!

Meditaciones en el Mar Rojo 


Posted: 22 Oct 2012 07:30 AM PDT




ORIGEN E HISTORIA DE LA TERAPIA DE SONIDO CON CUENCOS TIBETANOS
Originalmente los Cuencos Tibetanos eran vasijas de diferentes tamaños que estaban compuestas por once metales.
Se usaban para la Sanación de algunas dolencias del cuerpo, Cada área del cuerpo es un reino, y a cada Reino le corresponden sonidos y vibraciones especificas.

LOS SONIDOS Y LA MEDICINA VIBRACIONAL


El concepto del sonido como medio capaz de transportar el espíritu humano a un estado diferente de conciencia es tan antiguo como la propia humanidad. Los sonidos sin palabras transmiten mensajes que van acompañados por estados que se extienden desde la tensión a la relajación, inquietud por el sentido de bienestar. El sonido es un código universal, tiene un “idioma” que el cuerpo y la mente reconoce y entiende cuando lo escucha. El sonido es información para el cuerpo y para la mente. Por eso, cuando el cuerpo escucha los sonidos armónicos, activa en él, por resonancia, su código armónico interno. Produciendo así los cambios necesarios para el cuerpo.

La medicina vibracional es la medicina de la conciencia, es un proceso de conocimiento que nos lleva a un estado desde el que podemos comprender la enfermedad como un camino de realización. En ese estado de  comprensión la salud es la manifestación del salto dado.
Todo es vibración y todo conocimiento tiene una esencia vibracional, la materia, la luz, el sonido, el prana son diferentes manifestaciones de una misma Realidad, mediante nuestros sentidos físicos podemos captar una estrecha franja de ella pero disponemos de muchos recursos para ampliar este espectro e interactuar con el.
Existen multitud de vibraciones macro-cósmicas imperceptibles a nuestros sentidos que tienen sobre nosotros gran influencia, tal es el caso de la luz de las estrellas, escalada a sonido –luz y sonido están en una relación de 48 octavas- escucharemos el ritmo ancestral de todas las músicas de la tierra, se trata de vibraciones sutiles imprescindibles para nuestro equilibrio y sincronización de nuestros relojes internos, cuando desconectamos de ellas necesitamos algún tipo de sustitutivo –por ejemplo música excesivamente rítmica- que no siempre produce los mismos efectos beneficiosos.
Otro ejemplo más cercano lo constituye el ritmo de los planetas del sistema solar. Según las leyes de la física quántica, todo es energía, y la energía vibra a diferentes frecuencias creando diferentes tipos de ondas: luz, sonido, ondas electromagnéticas, etc. incluso la materia es energía con una frecuencia vibratoria menor, lo que le da esa apariencia de densidad, que en realidad está compuesta por diferentes ondas congeladas o cristalizadas. De ahí se desprende que todo en el universo, incluyendo el cuerpo humano, está en un continuo estado de vibración, con mayor o menor frecuencia, y las manifestaciones de esa vibración producen diferentes sensaciones y percepciones.
Toda la materia emite sonido aunque dichos sonidos se encuentren, en su mayoría, fuera de nuestro umbral de audición. Nuestro cuerpo físico también emite diferentes sonidos desde nuestros órganos, hasta nuestras auras, ambos generados por los átomos que los configuran y que están en continua vibración emitiendo diferentes tipos de ondas. El ser humano presenta una realidad vibracional rica y apasionante que va desde el ritmo de los órganos vitales, la respiración, la actividad mental, las emociones y cada capa o cuerpo sutil integrada en el todo de lo que realmente somos.
Gracias Martina Marou



Posted: 21 Oct 2012 10:30 PM PDT




Érase una vez un artesano que trabajaba de sol a sol para poder mantener a su familia. Apenas dejaba su mesa de trabajo movido por el sincero interés que imprimía en su tarea y por el amor que sentía hacia los suyos, quienes vivían de su escaso salario. Tampoco disponía de mucho tiempo para dedicarse a sí mismo y para poder compartirlo con los suyos y ni mucho menos podía permitirse el lujo de poder sentir la brisa de la mañana deslizándose en su rostro, pues siempre estaba encerrado en su taller artesanal.
Sin embargo, en lugar de lamentarse por su situación, él bendecía cada minuto que podía emocionarse con cada una de las bellas piezas que esculpía y que después vendía para poder mantener a los suyos. Adoraba a sus hijos y a su encantadora esposa, que siempre le servía un plato caliente en cada comida y le dedicaba la mejor de sus sonrisas. Nunca le reprochaba nada y sus hijos tampoco. Y aunque eran pocas las horas que podía brindarles, él se sentía agradecido por cada instante que la vida le regalaba junto a ellos pues el calor familiar le aportaba una confianza y seguridad únicas.
-En verdad, mi mejor obra es la familia que he creado – se repetía cada día el artesano.



Durante su agotadora jornada, miraba por la diminuta ventana cuando salía el sol al amanecer y cuando se ponía.
-¿Cómo será sentir sus rayos al aire libre, en libertad? - se preguntaba y seguía trabajando y trabajando...


Un día una chiquilla pobre de aspecto desaliñado llamó a la puerta de la humilde casita donde vivía la familia y el artesano le abrió la puerta:
-¿Podría darme unas monedas? – preguntó al artesano. No -le respondió–. Apenas tenemos para subsistir, pero quédate a comer.
-Por supuesto – asintió complacida su esposa. Así que la chiquilla entró… y cual fue la sorpresa de la familia cuando descubrió su hermoso rostro, bañado de luz. 




¡Era el rostro de una hada!


-Soy esa luz que miras de sol a sol, la luz de tus sueños y de tu fuerza de voluntad, la luz de la ilusión que imprimes en cada momento. Esa luz de humildad y de agradecimiento que ves al salir y al ponerse el sol y que hace que en lugar de quejarte, aprendas a reconocer lo sublime de cada momento: algo que escapa a los demás...
-Soñé contigo la otra noche…-musitó el artesano.

-Sí –le dijo el hada-, era mi aviso y he venido a buscarte a tu familia y a ti para llevaros al Bosque Encantado, aquél en el que el sustento que necesitan los tuyos aparece de forma natural cada día, como la brisa de la mañana y la luz del sol, que tanto deseas sentir… Esa brisa y esa luz de tus sueños, aquellos que tú tan sabiamente y pacientemente sabes crear y compartir con humildad y bondad: esta es mi magia para ti. 
Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases 
http://zonailuminada.blogspot.com.es/



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